Aunque la música le hizo famoso, triunfó en el cine con grandes directores como Mario Camus y Vicente Escrivá. LA RAZÓN regala a partir de mañana sus mejores películas
Cuando le pedimos a Raphael que vuelva atrás en el tiempo más de cuarenta años lo hace sin inmutarse, como si estuviera contándonos algo que hubiera sucedido ayer. A partir de mañana y hasta el 3 de abril, LA RAZÓN regalará cada domingo una película del artista. La colección se abre con «Cuando tú no estás» (mañana) y sigue con «Al ponerse el sol» (día 13), «El golfo» (día 20), «El ángel» (día 27) y se cierra con «Sin un adiós» (3 de abril). Es un trabajador incansable que está siempre en lo más alto después de cincuenta años, que se dice pronto, de carrera. Desde Ibiza mantenemos una conversación muy cercana. De vez en cuando se ríe. Y mucho. Cuando en 1966 Mario Camus decide rodar una película con él de protagonista, el cantante de Linares era un joven que ya sabía lo que eran su público y los aplausos. «Fue la primera de prota, como ahora se dice. No me puedo quejar de las películas que he hecho porque he trabajado siempre con los más grandes. Fíjate, empezar con Mario Camus, que para mí es uno de los tres directores de cabecera que tenemos en España», asegura el artista.
-La película era «Cuando tú no estás». ¿Cómo fue aquel primer encuentro con el cine?
-Lo recuerdo como una época estupenda en la que hice un montón de amigos, algunos de los cuales aún hoy conservo. El rodaje resultó bonito y tuvimos mucho tiempo, entre nueve y diez semanas, una manera de trabajar absolutamente distinta a como se hace hoy.
-Interpretaba a Raphael, un cantante que buscaba su sitio.
-Así es. Acudía a un programa de radio en busca de una oportunidad. Después surgía una relación amorosa. Digamos que contaba con los ingredientes necesarios para triunfar.
-¿Cómo recuerda a Mario Camus? De su colaboración ha afirmado que, «económicamente, las películas de Raphael me salvaron la vida varias veces».
-Bueno, no sé si sería así. Él las dirigía y las escribía Antonio Gala. Camus es para mí emoción y gratitud. Además, fueron películas que hicieron una taquilla estupenda, tanto en España como en Latinoamérica.
-El éxito de «Cuando tú no estás» animó a que volviera a ponerse delante de la cámara en «Al ponerse el sol», que se realizó un año después.
-Efectivamente, Mario y yo volvimos a formar pareja y fue otro exitazo. La historia esta vez era la de un artista de éxito que ve declinar su carrera y decide retirarse durante una temporada.
-¿No le tienta volver al cine?
-Es que nunca me he ido. Siempre estoy ahí, lo que sucede es que las giras me absorben casi todo el tiempo. Fíjate que interpreté la primera comedia musical que se hizo en España. Fue «Sin un adiós», dirigida por Vicente Escrivá. Ahí interpretaba la balada de la trompeta.
-¿Ha visto usted la película de Álex de la Iglesia? El director le hizo una auténtica declaración de admiración cuando escribió: «Gracias, maestro, por todo lo que has hecho por mí... El más moderno, el más abierto, el más joven, el más amable. Raphael, eres generoso, y por tu generosidad esta película existe».
-Madre mía. La he visto, claro, y cuando él me preguntó qué me había parecido le dije: «¡Qué barbaridad! ¡Qué barbaridad!». Me impresionó la película. Me parece otro de los grandes que tenemos. Me siento muy a gusto con sus barbaridades.
-Si De la Iglesia le propusiera dirigirle en una película, ¿aceptaría?
-Él quiere, yo quiero... Yo nunca me he ido, lo que pasa es que las giras arrasan con todo, y a mí, el contacto con el público me puede. A veces es cuestión de tener tiempo y pararte un poquito para poder prepararse adecuadamente. En este momento, no puedo.
-¿Pondría alguna condición?
-No, no. Obviamente ha pasado el tiempo y no se podría hacer una película con el argumento de las que yo rodaba hace cuarenta años.
-Me da la sensación de que el momento no está lejano.
-Yo sé que volveré, lo mismo que sucede con el teatro, donde tengo aparcado un proyecto de «Cyrano de Bergerac» cuyas canciones grabé en estudio antes de «50 años después» y que es de una enorme envergadura.
-Hablaba de Vicente Escrivá, quién le dirigió en varias ocasiones. Él le convirtió primero en «El golfo» y después en «El ángel».
- (Se ríe) Es verdad. Le quiero mucho porque se portó conmigo como nadie lo ha hecho. Era meticuloso y hacía un cine con gancho. Por ejemplo, en «El golfo» rodamos con Shirley Jones en Acapulco y Nueva York. Y te hablo de los años setenta, ¿eh? Ya no se trabaja así y yo soy más de cómo se hacían antes las cosas. Podría contarte tantas anécdotas de «El ángel»...
-Con una me conformo.
-En las escenas que rodamos en Barcelona vestía un hábito blanco porque interpretaba a un religioso que había tenido una vida tumultuosa. No podíamos ver la proyección de lo rodado. Pues bien, cuando regresamos a mitad de la película, con cuatro semanas rodadas, y vimos lo que habíamos hecho me preguntó Vicente: «¿Qué notas?» Y le contesté muy tranquilo: «Parezco un chico de Primera Comunión».
-¿Y qué hizo Vicente Escrivá?
-Le echó valor y volvió a empezar desde el principio, esta vez con hábitos negros. Hoy hubiera dicho el director de turno: «Pero si no se nota».
-El verbo retirarse no forma parte de su vocabulario.
-¡Si me falta por hacer todo! Lo de irme no me lo he planteado y, aunque no soy un inconsciente, lo veo lejano. Quien nace artista muere artista. Lo que suena fatal es eso de la gira de despedida porque ¿sabes lo que sucede?, que a los tres meses se vuelve. Yo diré que me voy de vacaciones. Y que me busquen.
El detalle
MUSEO EN LINARES
El próximo 11 de marzo será un día especial para él. Vuelve a su pueblo, el que le vio nacer, para inaugurar un museo en el que se concentrará su vida entera y que estará ubicado en un edificio del siglo XVII: «Me ofrecieron esa posibilidad y el ayuntamiento me brindó todo tipo de facilidades. Tiene más sentido que todo se reúna en Linares que no tener media vida desperdigada por mi casa, el estudio, la oficina... Todo lo que el público me ha dado durante estos años estará ahí: recuerdos, premios, discos.. Y se trata de un museo vivo porque se seguirá enriqueciendo. Quien quiera saber de la vida de Raphael hallará todas las respuestas en Linares», asegura el cantante. Una vez que corte la cinta para inaugurarlo pondrá rumbo a Nueva York, Miami, Panamá, Colombia y Puerto Rico. Después del calor, al frío de Moscú, donde le adoran. Argentina vendrá después. Y, en junio, de regreso a Madrid.
Como la realidad misma
Dirigida por Mario Camus, «Cuando tú no estás» retrata el ascenso de un artista después de fracasar con la compañía de variedades con la que ha viajado por toda España. El cantante decide abandonarla y marcharse a Madrid en busca del triunfo discográfico. Su vida cambiará cuando, durante un recital que da en la radio, conoce a Lina, una famosa periodista que se interesa por él. «Todavía hoy se sigue proyectando en Moscú, así que no debía de estar tan mal, ¿no? Sigue teniendo su público», dice sobre la película Raphael, quien protagoniza la cinta. Al ponerse el sol», de Mario Camus, y «El golfo», «El ángel» y «Sin un adiós», de Vicente Escrivá, completan la serie que regala LA RAZÓN.
Cuando le pedimos a Raphael que vuelva atrás en el tiempo más de cuarenta años lo hace sin inmutarse, como si estuviera contándonos algo que hubiera sucedido ayer. A partir de mañana y hasta el 3 de abril, LA RAZÓN regalará cada domingo una película del artista. La colección se abre con «Cuando tú no estás» (mañana) y sigue con «Al ponerse el sol» (día 13), «El golfo» (día 20), «El ángel» (día 27) y se cierra con «Sin un adiós» (3 de abril). Es un trabajador incansable que está siempre en lo más alto después de cincuenta años, que se dice pronto, de carrera. Desde Ibiza mantenemos una conversación muy cercana. De vez en cuando se ríe. Y mucho. Cuando en 1966 Mario Camus decide rodar una película con él de protagonista, el cantante de Linares era un joven que ya sabía lo que eran su público y los aplausos. «Fue la primera de prota, como ahora se dice. No me puedo quejar de las películas que he hecho porque he trabajado siempre con los más grandes. Fíjate, empezar con Mario Camus, que para mí es uno de los tres directores de cabecera que tenemos en España», asegura el artista.
-La película era «Cuando tú no estás». ¿Cómo fue aquel primer encuentro con el cine?
-Lo recuerdo como una época estupenda en la que hice un montón de amigos, algunos de los cuales aún hoy conservo. El rodaje resultó bonito y tuvimos mucho tiempo, entre nueve y diez semanas, una manera de trabajar absolutamente distinta a como se hace hoy.
-Interpretaba a Raphael, un cantante que buscaba su sitio.
-Así es. Acudía a un programa de radio en busca de una oportunidad. Después surgía una relación amorosa. Digamos que contaba con los ingredientes necesarios para triunfar.
-¿Cómo recuerda a Mario Camus? De su colaboración ha afirmado que, «económicamente, las películas de Raphael me salvaron la vida varias veces».
-Bueno, no sé si sería así. Él las dirigía y las escribía Antonio Gala. Camus es para mí emoción y gratitud. Además, fueron películas que hicieron una taquilla estupenda, tanto en España como en Latinoamérica.
-El éxito de «Cuando tú no estás» animó a que volviera a ponerse delante de la cámara en «Al ponerse el sol», que se realizó un año después.
-Efectivamente, Mario y yo volvimos a formar pareja y fue otro exitazo. La historia esta vez era la de un artista de éxito que ve declinar su carrera y decide retirarse durante una temporada.
-¿No le tienta volver al cine?
-Es que nunca me he ido. Siempre estoy ahí, lo que sucede es que las giras me absorben casi todo el tiempo. Fíjate que interpreté la primera comedia musical que se hizo en España. Fue «Sin un adiós», dirigida por Vicente Escrivá. Ahí interpretaba la balada de la trompeta.
-¿Ha visto usted la película de Álex de la Iglesia? El director le hizo una auténtica declaración de admiración cuando escribió: «Gracias, maestro, por todo lo que has hecho por mí... El más moderno, el más abierto, el más joven, el más amable. Raphael, eres generoso, y por tu generosidad esta película existe».
-Madre mía. La he visto, claro, y cuando él me preguntó qué me había parecido le dije: «¡Qué barbaridad! ¡Qué barbaridad!». Me impresionó la película. Me parece otro de los grandes que tenemos. Me siento muy a gusto con sus barbaridades.
-Si De la Iglesia le propusiera dirigirle en una película, ¿aceptaría?
-Él quiere, yo quiero... Yo nunca me he ido, lo que pasa es que las giras arrasan con todo, y a mí, el contacto con el público me puede. A veces es cuestión de tener tiempo y pararte un poquito para poder prepararse adecuadamente. En este momento, no puedo.
-¿Pondría alguna condición?
-No, no. Obviamente ha pasado el tiempo y no se podría hacer una película con el argumento de las que yo rodaba hace cuarenta años.
-Me da la sensación de que el momento no está lejano.
-Yo sé que volveré, lo mismo que sucede con el teatro, donde tengo aparcado un proyecto de «Cyrano de Bergerac» cuyas canciones grabé en estudio antes de «50 años después» y que es de una enorme envergadura.
-Hablaba de Vicente Escrivá, quién le dirigió en varias ocasiones. Él le convirtió primero en «El golfo» y después en «El ángel».
- (Se ríe) Es verdad. Le quiero mucho porque se portó conmigo como nadie lo ha hecho. Era meticuloso y hacía un cine con gancho. Por ejemplo, en «El golfo» rodamos con Shirley Jones en Acapulco y Nueva York. Y te hablo de los años setenta, ¿eh? Ya no se trabaja así y yo soy más de cómo se hacían antes las cosas. Podría contarte tantas anécdotas de «El ángel»...
-Con una me conformo.
-En las escenas que rodamos en Barcelona vestía un hábito blanco porque interpretaba a un religioso que había tenido una vida tumultuosa. No podíamos ver la proyección de lo rodado. Pues bien, cuando regresamos a mitad de la película, con cuatro semanas rodadas, y vimos lo que habíamos hecho me preguntó Vicente: «¿Qué notas?» Y le contesté muy tranquilo: «Parezco un chico de Primera Comunión».
-¿Y qué hizo Vicente Escrivá?
-Le echó valor y volvió a empezar desde el principio, esta vez con hábitos negros. Hoy hubiera dicho el director de turno: «Pero si no se nota».
-El verbo retirarse no forma parte de su vocabulario.
-¡Si me falta por hacer todo! Lo de irme no me lo he planteado y, aunque no soy un inconsciente, lo veo lejano. Quien nace artista muere artista. Lo que suena fatal es eso de la gira de despedida porque ¿sabes lo que sucede?, que a los tres meses se vuelve. Yo diré que me voy de vacaciones. Y que me busquen.
El detalle
MUSEO EN LINARES
El próximo 11 de marzo será un día especial para él. Vuelve a su pueblo, el que le vio nacer, para inaugurar un museo en el que se concentrará su vida entera y que estará ubicado en un edificio del siglo XVII: «Me ofrecieron esa posibilidad y el ayuntamiento me brindó todo tipo de facilidades. Tiene más sentido que todo se reúna en Linares que no tener media vida desperdigada por mi casa, el estudio, la oficina... Todo lo que el público me ha dado durante estos años estará ahí: recuerdos, premios, discos.. Y se trata de un museo vivo porque se seguirá enriqueciendo. Quien quiera saber de la vida de Raphael hallará todas las respuestas en Linares», asegura el cantante. Una vez que corte la cinta para inaugurarlo pondrá rumbo a Nueva York, Miami, Panamá, Colombia y Puerto Rico. Después del calor, al frío de Moscú, donde le adoran. Argentina vendrá después. Y, en junio, de regreso a Madrid.
Como la realidad misma
Dirigida por Mario Camus, «Cuando tú no estás» retrata el ascenso de un artista después de fracasar con la compañía de variedades con la que ha viajado por toda España. El cantante decide abandonarla y marcharse a Madrid en busca del triunfo discográfico. Su vida cambiará cuando, durante un recital que da en la radio, conoce a Lina, una famosa periodista que se interesa por él. «Todavía hoy se sigue proyectando en Moscú, así que no debía de estar tan mal, ¿no? Sigue teniendo su público», dice sobre la película Raphael, quien protagoniza la cinta. Al ponerse el sol», de Mario Camus, y «El golfo», «El ángel» y «Sin un adiós», de Vicente Escrivá, completan la serie que regala LA RAZÓN.
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