No se trata de si sigue cantando tan bien como cuando era la estrella central del Show de Renny o Sábado Sensacional. Definitivamente no. Raphael no se sube al escenario para demostrarle nada a nadie, mucho menos con 50 años de carrera a cuestas. Eso quedó absolutamente demostrado con sus dos presentaciones en Caracas durante el fin de semana.
El público del Teatro Teresa Carreño recibió con los brazos abiertos al "Niño de Linares" tras una ausencia de cinco años y acogió con gusto que el artista incluyera a Venezuela como parte de su gira Te llevo en el corazón.
La apertura de la velada estuvo a cargo del debutante Lasso, quien con apenas cinco canciones tuvo que convencer al público de su talento. La misión logró su cometido con un medley de temas de Los Beatles que arrancó emocionados aplausos.
Llegado el momento de Raphael, el artista salió al escenario seguido por la luz de un reflector y allí empezó una lluvia de aplausos que culminó en una ovación de pie sin que siquiera el cantante hubiese abierto la boca.
El tema Ahora, una suerte de manifiesto personal del artista hacia público, inició una noche en la que Raphael repasó sus 50 años de carrera de manera selectiva pero completa. Fue acompañado, es necesario decirlo, por el sonido de una impecable banda de solo ocho músicos que logró sonar como una versátil y numerosa orquesta.
Imposible que todos quedaran contentos con la selección, pero más imposible aún es resumir una trayectoria de medio siglo en un concierto que duró casi tres horas de entrega absoluta y honesta.
Tal y como lo había prometido, el cantante español dividió el espectáculo en minisets de éxitos, tangos, boleros y rancheras. Entrañable para la audiencia fue el momento en el cual hizo un dueto virtual con Carlos Gardel al entonar El día que me quieras junto a un antiguo aparato de radio.
Durante toda la noche Raphael estuvo vestido de negro y con una amplia sonrisa. Por momentos, jugó con leves cambios de vestuario que incluyeron chaquetas y sombreros.
Esa primera ovación que recibió al artista en la sala fue una constante durante toda la noche, en especial cuando sacaba de su potente garganta las letras de sus mayores éxitos. Una leve ronquera empañó en ciertas ocasiones el brillo de otrora que todos en la sala esperaban revivir, pero lo cierto es que a nadie pareció importarle al momento de aplaudir.
Raphael demostró que no solo sobrevivió al transplante de hígado del que fue objeto hace ocho años, cruzó la línea que lo convierte en una leyenda viviente de la música en español.
El público del Teatro Teresa Carreño recibió con los brazos abiertos al "Niño de Linares" tras una ausencia de cinco años y acogió con gusto que el artista incluyera a Venezuela como parte de su gira Te llevo en el corazón.
La apertura de la velada estuvo a cargo del debutante Lasso, quien con apenas cinco canciones tuvo que convencer al público de su talento. La misión logró su cometido con un medley de temas de Los Beatles que arrancó emocionados aplausos.
Llegado el momento de Raphael, el artista salió al escenario seguido por la luz de un reflector y allí empezó una lluvia de aplausos que culminó en una ovación de pie sin que siquiera el cantante hubiese abierto la boca.
El tema Ahora, una suerte de manifiesto personal del artista hacia público, inició una noche en la que Raphael repasó sus 50 años de carrera de manera selectiva pero completa. Fue acompañado, es necesario decirlo, por el sonido de una impecable banda de solo ocho músicos que logró sonar como una versátil y numerosa orquesta.
Imposible que todos quedaran contentos con la selección, pero más imposible aún es resumir una trayectoria de medio siglo en un concierto que duró casi tres horas de entrega absoluta y honesta.
Tal y como lo había prometido, el cantante español dividió el espectáculo en minisets de éxitos, tangos, boleros y rancheras. Entrañable para la audiencia fue el momento en el cual hizo un dueto virtual con Carlos Gardel al entonar El día que me quieras junto a un antiguo aparato de radio.
Durante toda la noche Raphael estuvo vestido de negro y con una amplia sonrisa. Por momentos, jugó con leves cambios de vestuario que incluyeron chaquetas y sombreros.
Esa primera ovación que recibió al artista en la sala fue una constante durante toda la noche, en especial cuando sacaba de su potente garganta las letras de sus mayores éxitos. Una leve ronquera empañó en ciertas ocasiones el brillo de otrora que todos en la sala esperaban revivir, pero lo cierto es que a nadie pareció importarle al momento de aplaudir.
Raphael demostró que no solo sobrevivió al transplante de hígado del que fue objeto hace ocho años, cruzó la línea que lo convierte en una leyenda viviente de la música en español.
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