Desde balada y tango hasta mariachi, desde España hasta México y desde la Catedral hasta afuera del Teatro Fernando Calderón, la voz del reconocido cantante Raphael resonó anoche, prodigiosa y con enfática presencia, en una parte extensa del primer cuadro de la capital. Fue el tercer concierto magno de este 25 Festival Cultural Zacatecas (FCZ), así como el que hasta ahora recibe más aplausos de un público también más numeroso, el cual, incluso, se distribuyó frente a la Catedral y en todo esa calle hasta el exterior del teatro citado, a fin de ver, en una pantalla colocada en la esquina de ese recinto religioso, El Ruiseñor de Linares, un grande de la fuerte expresividad facial.
Puntual, el intérprete salió, vestido de un traje oscuro, ante sus emocionados oyentes a las 8:35 de la noche. Lo hizo, en Plaza de Armas, mediante el canto a capela; sin instrumento alguno más que su voz, comenzó a entonar Ahora, y tal fue completada ya con el acompañamiento instrumental.
Prosiguió con Mi gran noche, y luego con Digan lo que digan, en cuyo intermedio ofreció su primer discurso: muy buenas noches señoras y señores, dijo; queridos amigos zacatecanos. Es un placer enorme estar aquí en esta maravillosa noche para entregarles todo mi amor, lo que sé hacer en el escenario. De todas las canciones que han hecho ustedes hay aquéllas que son estoicas, a las que les llamo joyas de la corona”.
Dicho eso, prometió cantar esa noche sus más destacadas melodías, incluidas las de su último disco.
Así, en su quinta interpretación empezó el bloque de tangos, durante el cual portó un gorro acorde y realizó algunos pasos de baile, acompañado asimismo de violín, acordeón y chelo. De tal modo, por medio de una pronunciada sencillez, continuó con A media luz, Caminito, Nostalgias, a la que al finalizar envió besos a sus espectadores.
“Siempre que hay un grupo musical hay una líder o un líder. En este caso es Carlos Gardel”, de quien cantó El día que me quieras, antes de la cual explicó que un radio –al que ahí mostró, junto a una botella y dos tequileros-, perteneciente a la pasada década de los 30, “regalo de la abuelita”, al que le “presiono y escucho cosas maravillosas”.
Al término de ésta, reiteró: “ustedes han hecho de mis canciones verdaderas joyas. He tenido la inmensa suerte de tener a un compositor que me ha dado muchos tesoros y sigue produciendo más”.
A la doceava melodía, ya con un ritmo más rockero, interpretó Estuve enamorado de ti. Siguió con Cuando tú no estás, complementado por los aplausos de la gente.
“Hablamos de las joyas de la corona”, expresó al mencionar que una de ellas, de Manuel Alejandro, es Desde aquel día, que representó la siguiente canción, la cual, a su vez, fue seguida de Yo sigo siendo aquél, a la que le agregó su nombre en un tono de referencia de sí mismo.
Maravilloso corazón fue la que prosiguió, tras la cual el cantante invitó a la gente a levantar los brazos, llamado que ésta obedeció, de manera que el concierto logró unir las almas de los espectadores.
Tres palabras, de Roberto Cantoral, Adoro y Usted es la culpable antecedieron a la presentación de sus ocho músicos, todos de distintas nacionalidades, como España, Uruguay, Bulgaria, Israel, Argentina y Colombia, por lo que Raphael comentó que ellos, que “saben tocar de todo, son como la ONU”.
Dicho eso, tecladista, baterista, bajista, violinista, trompetista y bandoneonista, dirigidos por el pianista y arreglista Juan Esteban Cuacci, finalizó, entre otras, con Estar enamorado, Yo te amo, así como con música vernácula, como Grítenme piedras del campo y Me cansé de rogarle.
De esta forma, canciones de amor y desamor deleitaron, con la fuerza de la voz de este español, a miles de personas anoche, durante cerca de dos horas.
Puntual, el intérprete salió, vestido de un traje oscuro, ante sus emocionados oyentes a las 8:35 de la noche. Lo hizo, en Plaza de Armas, mediante el canto a capela; sin instrumento alguno más que su voz, comenzó a entonar Ahora, y tal fue completada ya con el acompañamiento instrumental.
Prosiguió con Mi gran noche, y luego con Digan lo que digan, en cuyo intermedio ofreció su primer discurso: muy buenas noches señoras y señores, dijo; queridos amigos zacatecanos. Es un placer enorme estar aquí en esta maravillosa noche para entregarles todo mi amor, lo que sé hacer en el escenario. De todas las canciones que han hecho ustedes hay aquéllas que son estoicas, a las que les llamo joyas de la corona”.
Dicho eso, prometió cantar esa noche sus más destacadas melodías, incluidas las de su último disco.
Así, en su quinta interpretación empezó el bloque de tangos, durante el cual portó un gorro acorde y realizó algunos pasos de baile, acompañado asimismo de violín, acordeón y chelo. De tal modo, por medio de una pronunciada sencillez, continuó con A media luz, Caminito, Nostalgias, a la que al finalizar envió besos a sus espectadores.
“Siempre que hay un grupo musical hay una líder o un líder. En este caso es Carlos Gardel”, de quien cantó El día que me quieras, antes de la cual explicó que un radio –al que ahí mostró, junto a una botella y dos tequileros-, perteneciente a la pasada década de los 30, “regalo de la abuelita”, al que le “presiono y escucho cosas maravillosas”.
Al término de ésta, reiteró: “ustedes han hecho de mis canciones verdaderas joyas. He tenido la inmensa suerte de tener a un compositor que me ha dado muchos tesoros y sigue produciendo más”.
A la doceava melodía, ya con un ritmo más rockero, interpretó Estuve enamorado de ti. Siguió con Cuando tú no estás, complementado por los aplausos de la gente.
“Hablamos de las joyas de la corona”, expresó al mencionar que una de ellas, de Manuel Alejandro, es Desde aquel día, que representó la siguiente canción, la cual, a su vez, fue seguida de Yo sigo siendo aquél, a la que le agregó su nombre en un tono de referencia de sí mismo.
Maravilloso corazón fue la que prosiguió, tras la cual el cantante invitó a la gente a levantar los brazos, llamado que ésta obedeció, de manera que el concierto logró unir las almas de los espectadores.
Tres palabras, de Roberto Cantoral, Adoro y Usted es la culpable antecedieron a la presentación de sus ocho músicos, todos de distintas nacionalidades, como España, Uruguay, Bulgaria, Israel, Argentina y Colombia, por lo que Raphael comentó que ellos, que “saben tocar de todo, son como la ONU”.
Dicho eso, tecladista, baterista, bajista, violinista, trompetista y bandoneonista, dirigidos por el pianista y arreglista Juan Esteban Cuacci, finalizó, entre otras, con Estar enamorado, Yo te amo, así como con música vernácula, como Grítenme piedras del campo y Me cansé de rogarle.
De esta forma, canciones de amor y desamor deleitaron, con la fuerza de la voz de este español, a miles de personas anoche, durante cerca de dos horas.
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