Tras el éxito de su gira mundial, 'Raphael, 50 años después', con más de
50 conciertos y 375.000 espectadores, el artista vuelve con 'Te llevo
en el corazón', proyecto que después de hacerle recorrer América
presentará el 14 de octubre en el Auditòrium.
—Los españoles suspendemos en economía. ¿En qué aprobamos?
—En vivir por encima de nuestras posibilidades.
—A usted que le gritan torero, ¿los habría prohibido en Cataluña?
—Tampoco soy muy taurino, pero yo no los habría quitado. Los toros tendrían que ser a gusto del consumidor. Con el tiempo recapacitarán y quizás levanten la prohibición.
—¿España canta bien en catalán?
—España canta bien le echen lo que le echen, es una tierra de artistas y cantantes, que son cosas diferentes, aunque se puede dar el milagro de que un buen cantante también sea un buen artista.
—Usted ha cantado en francés, inglés, alemán, italiano e incluso japonés, pero nunca en catalán.
—Me acabo de estrenar en catalán, para La Marató de TV3. Es un viejo sueño que tenía desde hace muchos años. La canción con la que debuto en catalán es I say a little prayer (Tinc un pensament per tu), que estará en un disco dedicado al trasplante de órganos.
—Pensando en el inmenso y rico repertorio de la música latinoamericana, la elección de 40 canciones, las que contiene 'Te llevo en el corazón', no habrá sido tarea fácil.
—Lo fue, porque me las sabía todas de memoria, eran las que de pequeño me cantaba mi madre. He elegido las canciones desde el corazón.
—¿Todo lo hace así en su vida?
—Todo, por impulsos que salen de ahí. Siempre me guío por el corazón.
—¿Un músico también es un buen consejero?
—Yo necesito tener los músicos delante. Prefiero hablar con un músico que con un técnico. Viéndoles la cara a mis músicos, ya me llega la crítica. Ya lo hice en mis inicios, con Manuel Alejandro, en mis siete u ocho primeros discos. He tomado la decisión de que, a partir de ahora, siempre todo será así: en directo. La tecnología de un estudio da un toque de distancia, de frialdad. Repetir, repetir... eso a mí no me gusta.
—¿Qué queda de aquel que fue, pasado el tiempo?
—Todo. El verdadero artista es ilusión, y la mía no ha cambiado, sigue vigente. Siempre estoy empezando.
—¿Qué músicas lleva en el corazón Raphael?
—El tango, el bolero y la ranchera, géneros con los que rindo homenaje a Latinoamérica. El continente americano es mi segunda casa. A sus gentes les debo muchísimo, tanto como a los españoles. El público americano entró en acción en mi carrera casi al mismo tiempo que el español. Siempre me ha demostrado una fidelidad absoluta y he tenido un éxito tremendo en todos los países, desde EE UU a Argentina.
—¿Hay que tener una disposición diferente al cantar cada uno de estos estilos?
—Sin duda. El bolero es el sentir de América; la ranchera representa la bravía; y el tango... el tango es más sofisticado.
—Usted no cantaba uno desde el comienzo de su carrera.
—Antes de este disco solo canté un tango en una ocasión, para un programa de televisión, en Buenos Aires, en 1966. Siempre le he tenido mucho respeto, así que para este álbum tuve que armarme de valor. Cuando lo estrené en el Teatro Gran Rex de la capital argentina, el pasado mes de abril, sentí vértigo, noté el peso de ser juzgado en un lugar en el que son muy puristas, como nosotros con el flamenco. Al final la respuesta del público y de la crítica fue positiva. Salí por la puerta grande.
—¿Cabe la misma historia en una copla que en un bolero o una ranchera?
—Sí. La música latina se parece mucho en el contenido de sus letras. Un tango puede ser unos tientos o una zambra. La música popular americana es muy similar a la española. Son historias de amor y desamor que se cuentan con diferentes ritmos. Los puntos de unión son múltiples, por muchos lados.
—A la altura de su carrera, ¿sigue aprendiendo con cada disco?
—Cada disco es una experiencia fantástica, a la que hay que entregarse con ilusión. A mí me ilusiona pensar cómo va a entrar en el público. Las canciones siempre sorprenden, pega aquella que nunca te imaginabas. El público suele tener gustos diferentes.
—Los españoles suspendemos en economía. ¿En qué aprobamos?
—En vivir por encima de nuestras posibilidades.
—A usted que le gritan torero, ¿los habría prohibido en Cataluña?
—Tampoco soy muy taurino, pero yo no los habría quitado. Los toros tendrían que ser a gusto del consumidor. Con el tiempo recapacitarán y quizás levanten la prohibición.
—¿España canta bien en catalán?
—España canta bien le echen lo que le echen, es una tierra de artistas y cantantes, que son cosas diferentes, aunque se puede dar el milagro de que un buen cantante también sea un buen artista.
—Usted ha cantado en francés, inglés, alemán, italiano e incluso japonés, pero nunca en catalán.
—Me acabo de estrenar en catalán, para La Marató de TV3. Es un viejo sueño que tenía desde hace muchos años. La canción con la que debuto en catalán es I say a little prayer (Tinc un pensament per tu), que estará en un disco dedicado al trasplante de órganos.
—Pensando en el inmenso y rico repertorio de la música latinoamericana, la elección de 40 canciones, las que contiene 'Te llevo en el corazón', no habrá sido tarea fácil.
—Lo fue, porque me las sabía todas de memoria, eran las que de pequeño me cantaba mi madre. He elegido las canciones desde el corazón.
—¿Todo lo hace así en su vida?
—Todo, por impulsos que salen de ahí. Siempre me guío por el corazón.
—¿Un músico también es un buen consejero?
—Yo necesito tener los músicos delante. Prefiero hablar con un músico que con un técnico. Viéndoles la cara a mis músicos, ya me llega la crítica. Ya lo hice en mis inicios, con Manuel Alejandro, en mis siete u ocho primeros discos. He tomado la decisión de que, a partir de ahora, siempre todo será así: en directo. La tecnología de un estudio da un toque de distancia, de frialdad. Repetir, repetir... eso a mí no me gusta.
—¿Qué queda de aquel que fue, pasado el tiempo?
—Todo. El verdadero artista es ilusión, y la mía no ha cambiado, sigue vigente. Siempre estoy empezando.
—¿Qué músicas lleva en el corazón Raphael?
—El tango, el bolero y la ranchera, géneros con los que rindo homenaje a Latinoamérica. El continente americano es mi segunda casa. A sus gentes les debo muchísimo, tanto como a los españoles. El público americano entró en acción en mi carrera casi al mismo tiempo que el español. Siempre me ha demostrado una fidelidad absoluta y he tenido un éxito tremendo en todos los países, desde EE UU a Argentina.
—¿Hay que tener una disposición diferente al cantar cada uno de estos estilos?
—Sin duda. El bolero es el sentir de América; la ranchera representa la bravía; y el tango... el tango es más sofisticado.
—Usted no cantaba uno desde el comienzo de su carrera.
—Antes de este disco solo canté un tango en una ocasión, para un programa de televisión, en Buenos Aires, en 1966. Siempre le he tenido mucho respeto, así que para este álbum tuve que armarme de valor. Cuando lo estrené en el Teatro Gran Rex de la capital argentina, el pasado mes de abril, sentí vértigo, noté el peso de ser juzgado en un lugar en el que son muy puristas, como nosotros con el flamenco. Al final la respuesta del público y de la crítica fue positiva. Salí por la puerta grande.
—¿Cabe la misma historia en una copla que en un bolero o una ranchera?
—Sí. La música latina se parece mucho en el contenido de sus letras. Un tango puede ser unos tientos o una zambra. La música popular americana es muy similar a la española. Son historias de amor y desamor que se cuentan con diferentes ritmos. Los puntos de unión son múltiples, por muchos lados.
—A la altura de su carrera, ¿sigue aprendiendo con cada disco?
—Cada disco es una experiencia fantástica, a la que hay que entregarse con ilusión. A mí me ilusiona pensar cómo va a entrar en el público. Las canciones siempre sorprenden, pega aquella que nunca te imaginabas. El público suele tener gustos diferentes.

No hay comentarios:
Publicar un comentario