miércoles, 24 de abril de 2013

Raphael: “Hay que bajarle al cachondeo nocturno”


Pocas canciones logran permanecer por generaciones como las que integran el repertorio del cantante español Rafael Martos Sánchez, Raphael. Pero eso, confiesa, implica sacrificios, y revela dos recetas: “No hablar antes del concierto y no andar toda la noche de cachondeo por ahí. Hay que bajarle a todo, si no, la salud lo resiente y más las cuerdas vocales”.Éxitos como “Mi gran noche”, “Yo soy aquel”, y “Como yo te amo”, en los que los protagonistas son el amor, la pasión y el despecho, han dada fama internacional a este intérprete. Hablar de Raphael no solo es mencionar la popularidad de sus canciones; su personaje estaría incompleto sin la agudeza de su voz y su dramática expresión corporal, que lo han hecho por igual acreedor de irónicas críticas y genuinos halagos.

Horas antes de su primer concierto en el Auditorio Nacional, el cantante de Linares conversó con Dominical MILENIO sobre su entusiasmo por los escenarios, las carreras artísticas efímeras y el uso de la tecnología. Nos comparte, asimismo, el contenido de su iPod y sus rituales.

Con un tono tranquilo, siempre sonriente y de buen humor, El Divo de Linares  deja en claro la actitud que se esforzaría por mantener a lo largo de toda la plática: “Ya tengo mi edad, pero no soy una persona que actúe como un señor mayor. No todo el mundo tiene un motor nuevo, como yo; muchos dirán que estoy terminando, pero apenas estoy empezando”.

—Apenas el año pasado grabó un disco, ¿el escenario le causa adicción?

—No me causa adicción, me causa placer. Lo que más disfruto es la preparación, ver que todo sale como he previsto y al final sentirme satisfecho por conseguir mi sueño. Llevó 50 años en el escenario y no pienso bajarme de aquí; he aprendido muchas cosas, me siento más seguro y emocionado que la primera vez, pero con un doble compromiso, porque en mis inicios, si hacía algo mal, me lo perdonaban por ser joven. Ahora ya no es así”.

En efecto, Raphael ya no es aquel joven de los años sesenta que firmó su primer contrato discográfico con la casa Philips, de la que tomaría las letras P y H para incorporarlas a su nombre artístico.

El intérprete exhala aires de juventud. Y lo logra en el vestuario: pantalón negro deslavado, moderna camisa estampada, chaqueta azul y unos clásicos botines oscuros, sin olvidar su característico flequillo de lado.

Sin embargo, la carrera de más de medio siglo sale a flote a través de una voz por momentos melancólica y serena, despojada del estilo estridente que lo caracteriza. En 2003 sobrevivió a una operación de trasplante de hígado y habla de los excesos del medio: “Todo se paga; salir toda la noche de discoteca se paga, porque lo que no puedes tener son puras cosas buenas sin sacrificios. Hay que sacrificarse un poquito”.

Raphael puede jactarse de ser el dueño de uno de los cuatro Discos de Uranio que hay en el mundo (por más de 50 millones de copias vendidas de un solo álbum). Los otros pertenecen a AC/DC, Queen y al fallecido Michael Jackson.

Pero el intérprete de “Escándalo” no se jacta de ello. Un premio “lo único que viene a decirme es que el público está conmigo y que me quiere, eso es lo que representa para mí”.

Raphael sigue “vigente” y “activo”, como él lo dice, pues luego de un par de horas de que su disco saliera a la venta en la red, ya se situaba en el primer puesto de la lista de iTunes. Él también se dice comprador de música digital, pero asegura que tener un disco “físico” es otra historia.

“La música que yo quiero en el momento la compro en internet y la tengo en mi iPod, pero también soy un coleccionista de música. Los discos son otra historia, es seleccionarlos y escucharlos bebiéndose tranquilo un whisky; aunque, claro, yo no bebo”, sostiene.

—¿Tiene iPod? ¿Qué música escucha ahí?

—Hay de todo, desde flamenco hasta jazz, pasando por el rock, un sinfónico, ranchera, tango. Antes tenía toda la discografía de Cuco Sánchez, así empecé yo a oír música mexicana, y a Lola Beltrán. De entrada me gusta la buena música.

—¿Tiene algún ritual antes de sus conciertos?

—Mi ritual es no hablar. El día que canto, no hablo; y si hablo, no canto. Una vez que termino de comer, ya no hablo, luego viene mi siesta y mi baño, me quedo tranquilo y ya estoy en otra historia, en otro mundo.

—¿En qué piensa?

—No pienso en nada, solo me dejo llevar, porque todo lo que he tenido que pensar y decir lo he dicho por la mañana, ya estoy en el limbo, ya me dejo llevar por las circunstancias.

—Por cierto, ¿hay Raphael para rato?

—Sí, pero llegará un día en que yo lo dejaré, por supuesto. No habrá retiro anunciado, porque a un artista que nace solo la muerte lo retira, pero pasaré a la retaguardia, es decir, me iré de vacaciones largas y se acabó... Pero falta mucho para eso, tal y como estoy ahora, dentro de 15 años por lo menos, pero un día habrá que hacerlo, cuando yo note que no doy la talla. Y el que lo note seré yo”.

—¿Qué hará entonces?

—Tal vez pintar, a mí me gusta mucho. Pero eso sí, no crea que para exhibirla... Me da mucha vergüenza exponerla…

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